Papeles de Recienvenido by Macedonio Fernández

Papeles de Recienvenido by Macedonio Fernández

autor:Macedonio Fernández [Fernández, Macedonio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1929-01-01T05:00:00+00:00


Editorial de regreso de la «Revista Oral» de Córdoba

(Leído por otro, no habiendo podido asistir el autor)

No necesita explicación mi presencia aquí, señores, pues que esta falta; y espero que seréis con ella indulgentes, considerando que no se ha producido. Puedo demostraros punto por punto que corristeis casi todo el peligro de tenerme en Córdoba; y no hay que fiarse en que no estoy, como si fuera fácil conseguir mi ausencia, tan solicitada, ni os enorgullezcáis de que «dicho señor Fernández» no esté en Córdoba, pues en ello no os he dispensado ninguna particular preferencia. Hoy, excepto Buenos Aires, toda ciudad argentina ofrece tal aliciente, y aun creo que mi ausencia se ha extendido a puntos del extranjero, en que jamás he estado, por efecto del concepto que de mí se difunde.

Notaréis que he cambiado novedosamente el texto usual de las personas que faltan. Ellas hasta hoy creyeron siempre que les urgía disculparse; solo alguna muy inteligente llegó a dudar si era la presencia o la inasistencia la necesitada de ello. Constituís, pues, el primer público del mundo al cual no se molesta con esa fatigosa ficción. Ello no contradice que concrete la causal de mi ausencia. Estriba ésta en que he sido mortificado por una insinuación que la Dirección de la «Revista Oral» tuvo forzosamente que hacerme, de que una pequeña parte del público de Córdoba, en unanimidad con la parte restante, exigía, para acogerme con entusiasmo, que yo diera garantías concretas de mi regreso a Buenos Aires, a cuyo efecto me ha sido estipulado por la Dirección que yo haga y firme el editorial de regreso.

No comprendo cómo se recuerda en Córdoba que la vez que vine (hace treinta años) por dos días, y fui recibido por todas las casas de la ciudad las que ya entonces encontré todas edificadas, pese a las jactancias de la municipalidad actual (yo no sé nada, pero supongo que se jacta como todas las autoridades comunales), coloqué inhábilmente estos dos días de quedarse al final y no al comienzo de unos treinta días de no quedarse, que me habían recomendado; me quedé treinta y dos días, período formado todo de penúltimos y últimos días según las cartas y telegramas de convencer la familia que yo redactaba entonces diciéndole «Ya he regularizado mi demora», «Partiré tan pronto concluya de demorarme». Frases como éstas, en el centro de un telegrama, efluvian un sentido clarísimo y tranquilizador; a mí me parecía que yo había llegado a «tiempo de demorarme» y quería gozar el fruto de este género de puntualidad. Por cierto que los diarios anunciaron «que se encontraba entre nosotros el conocido don Macedonio García y que este señor López seguramente quedaría pocos días (seguían otros elogios)» y se me deseaba larga permanencia dentro de la semana.

Y bien, señores, pongámonos tristes, meditemos. En aquellos tiempos no obstante mis pocos años yo era ya joven y, por lo tanto, rico en sentimientos, viviendo internamente en dolor y placer, era, como todos los jóvenes, materialista y cientifista.



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